La encíclica verde del papa Francisco | IIES

La encíclica verde del papa Francisco

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La encíclica verde del papa Francisco

Un nuevo hecho sorpresivo ocurrió el pasado junio del 2015 con el lanzamiento de la Encíclica Laudato Si`del papa Francisco (ver: www.aciprensa.com/noticias/texto-completo-la-enciclica-laudato-si-del-papa-francisco-en-pdf-y-version-web-64718/entos ), documento que se coloca, al menos teóricamente, en la parte más avanzada del pensamiento contemporáneo. Esto no tendría mayor significado si se tratara de una reflexión y un análisis surgido del mundo académico, pero tratándose del líder espiritual de mil doscientos millones de personas y del personaje más seguido en las redes sociales, el hecho adquiere una dimensión extraordinaria.

Las dos fuentes de inspiración de la encíclica verde
La encíclica ecológica que el papa Francisco acaba de publicar se nutre e inspira en dos fuentes primordiales. Una de esas corrientes proviene del trabajo con los pueblos marginados, y cuya mayor voz teológica es sin duda Leonardo Boff, ex sacerdote, intelectual y filósofo brasileño. Su gran obra Ecología: grito de la Tierra, grito de los pobres, publicada en 1996, iluminó la reflexión teológica del cristianismo contemporáneo. Fundador de la Teología de la Liberación, L. Boff fue inicialmente procesado por la Santa Sede por sus ideas y en 1985 condenado a un año de “silencio” (suspensión a divinis) y depuesto de todas sus funciones editoriales y académicas en el campo religioso. Cansado de ser reprimido y silenciado, Boff renunció a su carácter sacerdotal unos años después. Su obra está presente en la encíclica, a tal punto que muchas frases parecen arrancadas de sus propios textos.

La segunda fuente es histórica y se centra en la figura y el pensamiento de San Francisco de Asís (1181-1226), personaje notable por sus afanes por conectar a Dios con el resto del mundo natural. Sin embargo, la Iglesia olvidó sus enseñanzas y justificó la explotación de la Naturaleza para obtener riquezas (el llamado “capital natural”). Ya hace medio siglo, en un artículo que se considera clásico, el historiador estadunidense Lynn White Jr. (1967) encontró en la tradición judeocristiana las raíces históricas de la crisis ecológica actual. Francisco de Asís fue y sigue siendo la única inspiración para cambiar radicalmente la posición de la Iglesia ante la debacle ambiental del planeta.

 

Siete aportes esenciales de la encíclica verde
La lectura de la encíclica permite identificar al menos siete aportes fundamentales que merecen ser examinados y reflexionados, y que convierten al documento en uno de los más avanzados manifiestos sobre la crisis del mundo contemporáneo:

UNO. La primera gran innovación es sin duda el rescate de una iglesia diferente que ya no separa a Dios de la Naturaleza. El re-posicionamiento de la tradición franciscana que supera un monoteísmo antropomórfico y rígido y una teología que supone la sujeción de la Tierra al dominio humano, le da un vuelco radical a la práctica cristiana y la ubica en la vanguardia de las necesidades concretas de la humanidad y su entorno planetario.

DOS. El reconocimiento de que no hay dos crisis separadas, una social y otra ambiental, sino una sola y compleja crisis socio-ecológica, sitúa a la iglesia en la misma perspectiva de la ecología política y de paso responde magistralmente a las demandas del pensamiento complejo y del pensamiento crítico. Una consecuencia que lleva a la necesidad  de un abordaje integral que al mismo tiempo que combata la pobreza y devuelva la dignidad a los excluidos, emprenda la defensa y cuidado de la naturaleza.

TRES. La encíclica incluye afirmaciones tan audaces como que la crisis ecológica es “…una pequeña señal de la crisis ética, cultural y espiritual de la modernidad”, el cambio climático “… es un fenómeno real derivado de un consenso científico sólido”, cuya causa final es la actividad humana y, más concretamente, un estilo de vida basado en el consumismo, el uso de combustibles fósiles, y un sistema económico tecnocrático que privilegia a las empresas petroleras y a los mercados financieros.

CUATRO. Llama la atención una tesis subversiva formulada en plena era del neo-liberalismo y del capitalismo corporativo: la de la subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes comunes. Dice la encíclica que la Tierra, el clima, el agua, la biodiversidad, las selvas, etc. son todos ellos bienes comunes. La Tierra es nuestra “casa común”. El espíritu de comunalidad retorna con fuerza al ideario católico en paralelo con los innumerables movimientos sociales que hoy sacuden buena parte de la América Latina.

CINCO. Sorprende que las más propuestas radicales del pensamiento ambiental hayan quedado integradas y tratadas, en alguna medida, en la encíclica papal. Es este el caso del cuestionamiento de la idea de crecimiento económicoque de inmediato remite a la teoría del descrecimiento, nacida en Francia e impulsada por Serge Latouche y los sectores académicos, sociales y políticos más radicales de Europa. Lo mismo sucede con la idea de una sociedad del riesgo global estudiada por Ulrich Beck y de la llamada deuda ecológica, un concepto surgido de la economía ecológica de J. Martinez-Alier que sostiene que la extracción salvaje de los recursos de los países del sur a manos de los países del norte (industrializados) conlleva un mecanismo de saqueo o intercambio desigual que requiere ser compensado en términos económicos.

SEIS. No puede dejar de señalarse el reclamo que el documento hace a las elites y burocracias que tras varias décadas no han logrado avanzar un ápice en relación con la crisis ecológica de escala global, puesto en evidencia en “los rotundos fracasos de las cumbres mundiales sobre el medio ambiente”, y especialmente en los foros internacionales para detener el cambio climático. A los intereses y la seguridad de la especie humana se han antepuesto las ansias de poder político y de acumulación impía de capital de las minorías. Publicada previamente a la última Cumbre de Paris (COP 21), la encíclica influyó seguramente en el primer reconocimiento global de la existencia del calentamiento planetario, un logro que llevo 20 años de intensas discusiones.

SIETE. Hoy peca, quien depreda (ecológicamente) y/o explota (socialmente).Es un llamado que hace la encíclica a todos los seres humanos para tomar conciencia, cambiar el estilo de vida y formar redes sociales para actuar.

Los efectos de la encíclica verde
La aparición de la encíclica verde abre una inmensa ventana a las batallas por la especie humana y su entorno planetario, las que se han venido realizando desde un sin fin de posiciones y ángulos ideológicos y políticos. Habrá que continuar impulsando la  integración de los millones de feligreses que siguen la fe católica, especialmente en Europa y  América Latina. Conforme el tiempo pase y el pensamiento contenido en la encíclica vaya descendiendo, se irá corroborando si el documento es realmente un manifiesto para la práctica concreta de acciones ambientales y sociales bajo la directriz de la iglesia y en coordinación con los no creyentes, o si por lo contrario fue un destello más que se irá diluyendo ante las inercias de una institución esencialmente conservadora y cuyas élites se mantienen muy cerca de los mayores poderes del mundo.

 

Víctor M. Toledo

 

Referencias
Boff, L. 2013. Ecología: grito de la Tierra, grito de los pobres. Editorial Lumen Argentina. ISBN 9789507246210.
White, L. 2007. Raíces históricas de nuestra crisis ecológica. Revista Ambiente y Desarrollo de CIPMA. ISBN 0716-1476. 

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