Los bosques de la navidad | IIES

Los bosques de la navidad

Los bosques de la navidad

¿Alguna vez has imaginado un bosque repleto de árboles de navidad, con una suave fragancia a pino, frondosos, majestuosos y siempre verdes, como los que adornas cada diciembre? Pues sí, estos bosques existen, aunque obviamente sin las luces y los adornos. Son los bosques de abeto, mejor conocidos en México como “bosques de oyamel”, los cuales tienen una gran importancia para nuestro país.

Este tipo de bosques es propio de climas fríos y húmedos. Los árboles se distinguen por tener una copa piramidal, llegan a medir hasta 40 metros de altura, y sus hojas son bastante peculiares, pues tienen forma de agujas rígidas. Se distribuyen principalmente en el hemisferio norte, en regiones montañosas de México, Estados Unidos, Canadá, el norte de Europa y de Asia. Las especies que conforman estos bosques pertenecen al género Abies, de la familia de los pinos. Se estima que existen 57 especies de este género en el mundo, de las cuales ocho se distribuyen en México: Abies concolor (abeto de Colorado), Abies durangensis (oyamel norteño), Abies flinckii (oyamel de Jalisco), Abies guatemalensis (oyamel de Guatemala), Abies hickelii (oyamel de Juárez), Abies hidalgensis (oyamel de Hidalgo), Abies religiosa (oyamel) y Abies vejarii (guayamé blanco).

A pesar de que la mitad del territorio mexicano se encuentra dentro de la zona tropical, los bosques de oyamel han logrado desarrollarse en las principales cordilleras del país, donde las temperaturas llegan a ser templadas o frías, dependiendo de la altitud. Tal es el caso de los paisajes boscosos del Volcán Iztaccíhuatl en Puebla, el Nevado de Toluca y la Marquesa en el Estado de México, el Pico de Orizaba en Veracruz, el Volcán de Colima, la sierra de Durango, la sierra de Arteaga en Coahuila, la sierra de Juárez en Oaxaca, o la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca, en Michoacán. En esos lugares los inviernos son fríos, e incluso a veces llegan a estar cubiertos por nieve, regalándonos paisajes como las que vemos en postales.

Las especies de oyamel tienen un origen común, pues llegaron a México durante el Plioceno,
hace unos cinco millones de años, colonizando zonas que actualmente presentan clima tropical. Después de la última glaciación del Pleistoceno, hace unos 20 mil años, el clima frío retrocedió hacia el norte del continente y ascendió hacia las montañas más altas del país, lo cual generó que estas especies quedaran restringidas a estas zonas. Dicho aislamiento provocó la diferenciación genética entre las poblaciones, proceso que todavía sucede, generando la formación de nuevas especies y variedades, hasta conformar la riqueza de especies actuales en nuestro país. De hecho, entre poblaciones de oyamel de una misma región de México existe una gran diversidad genética, incluso mayor que en especies con mayor área de distribución como las del norte del continente.

Otros aspectos peculiares de los bosques de oyamel de México es que es posible encontrar especies de plantas propias de ecosistemas tropicales. También se esperaría que este tipo de bosques experimentase incendios cada 200 a 300 años, como ocurre en los bosques del norte de América. Sin embargo, reconstrucciones de la historia de fuegos han revelado que en realidad éstos son muy frecuentes, cada 2 o 3 años, aunque de baja severidad e intensidad. Dicha recurrencia de incendios poco severos genera entonces la apertura de nuevos espacios para la regeneración del bosque. En efecto, la regeneración del oyamel es mejor en sitios perturbados. Además, contrario a lo que se creía de que los bosques de oyamel estaban formados por árboles muy viejos, hoy se sabe que los oyameles pocas veces superan los 150 años de edad, con excepción de los árboles de la especie A. concolor que alcanzan edades de hasta 500 años. Los bosques de oyamel también son el hábitat invernal de la mariposa monarca (Danaus plexippus), que cada año arriba a los bosques de Michoacán y del Estado de México, procedente de Estados Unidos y Canadá, regalando un espectáculo asombroso a turistas nacionales e internacionales, y generando empleos relacionados al ecoturismo. Todos estos hallazgos revelan que los bosques de oyamel de México son simplemente únicos.

Lamentablemente, estos ecosistemas están siendo seriamente amenazados, principalmente por actividades humanas como la tala ilegal, el cambio de uso de suelo, incendios forestales provocados y la expansión de la urbanización. Además, debido a que las sequías son más recurrentes por el calentamiento global, estos árboles son más susceptibles a la falta de agua, enfermedades y plagas como el temido insecto descortezador. Las especies con menor rango de distribución en México, como A. concolor, A. hidalgensis y A. hickelii tienen mayor riesgo de desaparecer, aunque las especies con amplia distribución, como A. durangensis y A. religiosa tampoco están exentas de sufrir la reducción de su área de distribución por la perturbación humana y el cambio climático.

Sin duda, la pérdida de las poblaciones y del área de distribución de las especies de oyamel no sólo representaría la desaparición de un enorme patrimonio genético, ecológico, biogeográfico y evolutivo, sino que también generaría la extinción de especies tan emblemáticas como la mariposa monarca, así como la reducción de recursos maderables, no maderables y servicios ambientales tan vitales como la producción de agua, oxígeno, aire puro, retención de suelo y regulación climática.

En los laboratorios de Ecología del Manejo de Recursos Forestales y de Genética de la Conservación del IIES-UNAM, estamos investigando formas más sustentables para aprovechar los bosques de oyamel, y así contribuir a su preservación. Por ejemplo, al conocer la diversidad genética de las especies de oyamel, se pueden desarrollar técnicas de restauración forestal que permitan la adaptación y permanencia de los oyameles ante el cambio climático y el manejo forestal. Además, evaluando los patrones de regeneración y la estructura de edades de estas especies, se pueden planear estrategias de aprovechamiento maderable y manejo del fuego que imiten la dinámica ecológica natural donde se desarrollan los oyameles.

¡Tú también puedes colaborar en la preservación de los bosques de oyamel! Una forma es participando en las jornadas de reforestación que cada año se llevan a cabo en diversas partes del país. Otra manera es respetando el bosque cuando vayas de paseo o excursión, no tirando colillas de cigarro ni dejando fogatas encendidas, recoger la basura y no extraer material vegetal. También es recomendable adquirir árboles de navidad producidos en el país por comunidades rurales, provenientes principalmente desde los estados de México, Michoacán y Puebla. De esta manera disminuye la tala de árboles silvestres para este propósito y, además apoyas una actividad productiva que reduce la presión por obtener madera del bosque de manera ilegal.

En síntesis, los bosques de oyamel son ecosistemas fundamentales para el país, por el enorme patrimonio biológico, la provisión de madera y de servicios ambientales, y también porque representan una fuente de empleo para miles de campesinos. La próxima vez que vayas a colocar tu árbol de navidad, procura que sea natural, producido en México, y acuérdate que hay un bosque repleto de árboles de navidad en alguna de las montañas del país, que en cualquier época del año puedes visitar, caminar, sentir y disfrutar.

Por Jesús Eduardo Sáenz Ceja y Claudia Guerrero Vizcaíno

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