Plantas niñera, cuidando el futuro de nuestros bosques ante los efectos del cambio climático | IIES

Plantas niñera, cuidando el futuro de nuestros bosques ante los efectos del cambio climático

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Foto: Roberto Lindig

Plantas niñera, cuidando el futuro de nuestros bosques ante los efectos del cambio climático

Es en las primeras etapas de vida cuando todos los seres vivos somos más susceptibles. En la niñez, las personas enfrentamos riesgos derivados del medio en que vivimos, como los cambios en el clima, las enfermedades y otros factores ponen en riesgo nuestro bienestar y en ocasiones nuestra vida; en el caso de las plantas es igual. Durante la germinación y las primeras semanas e inclusive meses de desarrollo es cuando la pequeña planta es más susceptible a las variaciones en el clima o al daño causado por otros organismos que las consumen o les causan enfermedades.

En cuanto a factores como el clima, los organismos vivos tenemos rangos de tolerancia fisiológicos, lo cual quiere decir que toleramos una cierta variación en las condiciones del entorno sin que esto nos cause daño. Pero cuando nos encontramos fuera de los extremos de este rango o incluso cerca, puede ocasionarse estrés, que se suma como uno más de los factores que ponen en riesgo la supervivencia.

Cuando movemos un organismo de su lugar de origen es posible que en el nuevo sitio las condiciones del medio se encuentren fuera de su rango de tolerancia y que por lo tanto sufra estrés. En la naturaleza la gran mayoría de las plantas no se mueven de un lugar a otro, y por lo tanto los cambios en el ambiente que les podrían causar estrés se deben a patrones temporales. Algunos de estos cambios son naturales, como los ciclos de lluvias y secas, pero las plantas están adaptadas a esta estacionalidad. Otros, como el calentamiento global, son consecuencia de la interacción de las actividades humanas con los patrones naturales, y las plantas no se encuentran adaptadas.

El calentamiento global ya causa alteraciones en los patrones del clima a la escala local (en la que nos movemos diariamente), que en muchos lugares implican mayor sequía y mortalidad de las plantas, causada por el estrés de contar con menos agua. Los árboles no están exentos de esto, por lo que la pérdida de bosques que históricamente se ha dado por cambios en el uso del suelo y la tala, ahora se suman los daños causados por el cambio climático.

En general, cuando se busca restaurar un ecosistema se toma como referencia un sistema ecológico modelo  que permita planear las técnicas más apropiadas y a partir de ahí se establecen estrategias para recuperarlo. Sin embargo, el cambio climático nos obliga a pensar de otra manera, pues las condiciones del lugar serán diferentes en el futuro de lo que son actualmente o fueron en el pasado (para muchos lugares van a ser más secas).

¿Cómo lograr recuperar ecosistemas en estas condiciones? Para responder esta pregunta es importante reconocer que en la naturaleza existen diversos tipos de interacciones entre plantas, y entre las mismas plantas con otros organismos. Algunas interacciones son negativas, al menos para una de las partes, como cuando un depredador consume a una planta. Pero en otras interacciones, las positivas, ambas partes son beneficiadas, o una lo es sin perjudicar a la otra. Resulta también, que las interacciones positivas se vuelven más importantes cuando las condiciones del medio acercan al organismo a algún extremo de su rango de tolerancia fisiológica, como es el caso del cambio climático.

Existe un fenómeno en la naturaleza que se conoce como nodricismo, o plantas niñera. El nodricismo consiste en que una planta, generalmente un arbusto, protege a otra durante sus primeras etapas de desarrollo, porque debajo de sus ramas, se dan condiciones más propicias para su supervivencia y crecimiento. Los efectos más notables de las plantas nodriza se relacionan con los cambios en el microclima debajo del dosel, pues el rango de temperatura se hace menos extremoso (temperaturas mínimas  suelen  se más altas y temperaturas máximas mas bajas). De tal forma que podemos aprovechar a las plantas niñeras para proteger a pequeños árboles de especies susceptibles al estrés, y lograr que perduren en sitios en donde las condiciones ya no permiten que se establezcan por sí solas. Esta es una estrategia de restauración que nos permite favorecer ecosistemas recuperados más diversos, y ganar algo de tiempo en lo que se desarrollan mejores estrategias de adaptación ante los cambios que se van a dar en nuestro planeta como resultado del cambio climático.

 

Roberto Lindig Cisneros

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