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Selvas Tropicales: ¿qué tan importantes son los mitos para su conservación?

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Selvas Tropicales: ¿qué tan importantes son los mitos para su conservación?

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Las selvas tropicales son los ecosistemas más diversos del planeta, en ellas se alberga más de la mitad de la diversidad biológica a nivel mundial y una quinta parte de la riqueza biológica de nuestro país. Hace aproximadamente un siglo, este ecosistema cubría alrededor de 11 millones de kilómetros cuadrados, lo que representaba aproximadamente el 7% de la superficie terrestre. Sin embargo, este porcentaje se ha venido reduciendo considerablemente a través de los años. En la década de los años sesentas, México poseía alrededor de 18 millones de hectáreas de selvas tropicales que equivalían a un 9% del territorio nacional. Lamentablemente hoy en día solo queda un 2% de cobertura vegetal, lo que significa que se han perdido más de las dos terceras partes de las selvas que existían hace cincuenta años. La principal causa de deforestación es el cambio de uso de suelo que resulta del desmote para actividades agrícolas y pecuarias, promovidas por políticas públicas que buscaban que las tierras sin uso productivo, dejaran de ser “ociosas”.

Actualmente encontramos los remanentes más importantes de selvas tropicales húmedas en los Chimalapas en Oaxaca y la selva Lacandona de Chiapas, siendo la Reserva de la Biosfera de Montes Azules el área natural más extensa en el país. Sumado a todo lo anterior, las selvas tropicales también son el hogar de antiguas civilizaciones con una incomparable riqueza cultural, que de forma similar a su contraparte biológica, se encuentra amenazada por la destrucción del ecosistema y la incursión de formas de producción insustentables. En este proceso de adopción de nuevos modelos culturales de producción, la mitología de los pueblos originarios ha sido desplazada por otras formas de relacionarse con el entorno. De esta forma, tanto los conocimientos como la fuerza que tenían los mitos sobre la relación entre los humanos y la naturaleza ha ido perdiéndose y se va ajustando a nuevas maneras de entender el mundo. Pero, ¿Qué importancia tiene la debilitación de los mitos?

El mito como objeto de estudio de la antropología y del psicoanálisis revela que estas narraciones otorgan significado a nuestra existencia, expresando un sistema de creencias, valores y preceptos morales que regulan las prácticas sociales. En este sentido, el mito de los chaneques, -pequeños entes, seres, o deidades que representan una forma de cuidar y vigilar las selvas-, es quizá de gran importancia para la conservación.

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Los llamados chaneques en náhuatl ó aluxes en maya, puede ser traducido como, – los seres que habitan en lugares peligrosos o como los dueños de la casa-, son representados generalmente bajos de estatura, vestidos con túnicas y descalzos. A estos seres mágicos se les atribuye un gran conocimiento de las selvas y son guardianes del agua y de la selva. En Marqués de Comillas, Chiapas, se cuenta que algunos son traviesos y disfrutan haciendo maldades a la gente que va a sacar agua de los pozos y a los que van a lavar o a bañarse a los ríos, aunque la mayoría son tranquilos y permiten que la gente use el agua sin molestarla. Este sencillo relato ilustra el papel del mito en la administración, el uso y la apropiación del agua como un recurso natural. Del mismo modo Leticia Durand (2005) explica que los antiguos nahuas de Pajapan en la Sierra de Santa Marta en Veracruz “se enojan y castigan cuando los cazadores poco expertos dejan a sus presas malheridas y abandonadas, cuando no se pide permiso para entrar a cazar a la montaña o cuando la carne es desperdiciada”. En estos dos casos pareciera que el mito opera como una estrategia normativa que regula la conducta de los cazadores y los usuarios del agua. Se castiga el derroche o el ser descuidado con el recurso, exponiéndose quien lo hace a un castigo que puede incluir desde un simple susto, hasta una maldición, enfermedad, accidente, incluso la muerte.

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Sin embargo, la fuerza del mito como reguladora de la conducta humana ha perdido fuerza. Si bien aún se manifiesta un miedo a los chaneques, éste ya no cumple con el propósito ético para el cuidado ambiental, sino que se ha desvinculado de las formas de apropiación de la naturaleza y pareciera que los chaneques actúan simplemente por capricho. La revolución verde (que promovió prácticas no sustentables como el uso de agroquímicos), los cambios en la propiedad de la tierra, la migración y otras tantas fuerzas, modifican las relaciones humanas y en este proceso, se ha ido perdiendo poco, a poco la lengua y las historias que dotaban de sentido a un mundo que está desapareciendo. Durand (2005) comparte la respuesta de Don Juan, un campesino de Pajapan, cuando ella le preguntó en qué creía, – “En nada, nosotros aquí no creemos en nada”. A pesar de todo, hay mitos que perduran. La mitología griega está llena de ellos, el mito de Prometeo, de Ícaro y de Faetón, nos cuentan algo sobre nuestras propias faltas y sobre nuestra relación con la naturaleza. El amor de Prometeo por los seres humanos, le llevó a robar el fuego del saber y la tecnología y ser castigado por ello; Ícaro se dejó seducir por el poder del vuelo, cayendo al mar por su imprudencia; y Faetón ingenuo e impulsivo fue responsable de congelar la tierra para luego carbonizarla con su carruaje de sol. Lejos de descartar los mitos como cuentos sin sentido, el médico psiquiatra y fundador de la psicología analítica, Carl Gustav Jung los recuperó como arquetipos que nos permiten entendernos a nosotros mismos.

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Reconocer que seguimos patrones de conducta de forma inconsciente fue revolucionario en su momento gracias al psicoanálisis, pero reconocer las fuerzas sociales que nos impulsan a actuar, sigue siendo un reto hoy en día. Consciente o inconsciente, es tiempo de ser autocríticos y darnos cuenta que las narraciones de la modernidad, contadas a través de la mercadotecnia y los medios de comunicación masivos nos llevan directamente a la degradación ambiental. Quizá se tiempo de recuperar los mitos de los pueblos originarios. Para ello, debemos empezar protegiendo las selvas tropicales como ecosistemas importantes, no sólo por albergar una gran diversidad biológica sino también por su diversidad cultural. De esta forma y retomando la importancia de mitos y leyendas como la de los chaneques, se podría contribuir a mitigar el deterioro ambiental. Posiblemente en ningún otro momento de la historia, los mitos y leyendas sean tan necesarios.

Jorge Rodríguez y Atenea Bullen
Octubre de 2018

Fuentes citadas en el texto:
o Durand, L. (2005). Los mitos y la conservación ambiental. Revista LIDER. 13(10) pp. 215-226.
Consultado en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2051186.

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